miércoles, 2 de abril de 2014

WRITE WHAT YOU KNOW (ESCRIBE DE LO QUE SABES)

Mark Twain nos heredó el mejor consejo acerca de la escritura y de la vida: Write what you know (escribe de lo que sabes).

Uno tiene puesta la mirada en la página y piensa: bueno, creo que podré arreglármelas con determinado personaje, en determinada situación, dentro de una determinada sociedad. Si se manejan bien todos estos elementos nada saldrá mal… Las historias pueden convertirse en sucesos, en cosas creíbles. En todo caso, el peor escritor es aquel que no sabe nada acerca de lo que está hablando.

Pero estoy seguro de que la sentencia de Twain puede traducirse no solo a la literatura. Pienso que afirmar y reafirmar algo que nos es absolutamente ajeno es el camino más rápido a la cumbre de la estupidez humana: el dogmatismo. De la misma forma que un pésimo escritor trata de anudar los diálogos en una historia basada en la vida de unos pandilleros –por ejemplo– sin jamás haber coincidido ni a diez metros de uno, un pésimo analista político puede lanzar cualquier tipo de incoherencias con tal de asegurarse un espacio de poder en el foro de las grandes mayorías, o sea, el del prejuicio. Está claro que si uno es racista, misógino, homófobo, fundamentalista, doble-moral, mediocre, logrero, charlatán, autoritario, oportunista, mentiroso y reaccionario… uno nunca estará solo. La soledad es la vocación del que piensa como individuo. La soledad es de aquel que piensa solo.

De la misma manera que a un electricista o a un carpintero o a un plomero se le paga o no según el conocimiento de su oficio, a un intelectual o a un académico o a un funcionario público se le debería aplaudir o deplorar a partir de lo coherente y fundamentado de sus ideas. Los usurpadores son aquellos que están sin conocer o deciden sin pensar, optando siempre por la verborrea del demagogo y la poco sustentable fidelidad de las mayorías hacia el amor o hacia el odio.

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