martes, 20 de agosto de 2013

EL TIEMPO QUE TE QUEDE LIBRE...

Eso que llaman ocio y que es un delito para nuestra época. Cometer el acto delictivo de ocupar nuestra mente en algo que no sea producir dinero. Tiempo libre que no es igual a desempleo. Tiempo libre que no es lo mismo que inacción.

Ese paraíso reducido a la mínima importancia. Quienes tenemos el lujo de tener un trabajo  le llamamos vacaciones a un feriado de tres días. Día a día corremos de un empleo  a otro. Ocupamos sábados y domingos buscando más remuneración o estudiando una carrera que nos guste poco, pero que nos  ofrezca la esperanza de algún día tener “tiempo libre”. Nunca está por demás decir que en Guatemala  un salario de trabajador (dije trabajador, ojo) no alcanza para mantener una familia pequeña.

Termina la faena. Encendemos el televisor. Llegamos justo a la hora del noticiero de cierre. Los macabros hallazgos entran por nuestros oídos, nuestros  párpados ya  cayeron rendidos. La luz de la pantalla lanza chispazos mientras dormimos sentados en el sofá.



El tiempo para el ocio es un sueño muy caro. La mayoría de artistas que conozco laboran en cosas muy distintas a eso que los apasiona. La lógica de patrón-esclavo que todavía nos sujeta se niega a reconocer el talento y aprovecharlo. Trabajar significa cumplir un horario improductivo; un tiempo forzoso y sin resultados. De eso que nadie se interese en dar un poco más. La gente que disfruta lo que hace es vista con sospecha y con rabia por los demás. Amar es identificarse. Asumir una labor con amor es ocupar nuestro tiempo libre en aquello sin sentirlo como yugo. Muchos sabemos lo que  significa cenar con nuestra familia y luego recluirnos en un cuarto silencioso para redactar una novela o una columna como la que usted, amigo lector, está leyendo en este momento. Nos caemos del cansancio, pero nos motiva más el reto de ir contracorriente.