miércoles, 12 de noviembre de 2014

RADICAL CORAZÓN


Durante una vida puede repetirse la palabra “corazón” con más frecuencia que el sustantivo “cerebro”, tal cosa no significa que lo usemos más.

El corazón es acaso el sentido figurado más común cuando queremos decir humano. Tener mucho o no tener nada puede ser el juicio más determinante para definir a una persona. No calificamos la inteligencia, calificamos las emociones. Así de radical es decir el color: negro o blanco. El primero detalla el lodo espiritual o la falta de escrúpulos. El segundo, la candidez ciega y sin malicia.

La primera civilización en representar gráficamente un corazón fue la egipcia; sin embargo, el ícono que todos reconocemos data de los griegos: símbolo de identidad para la guerra o para el amor, ¿quién sabe? Lo importante es que esa forma de dos arcos con punta afilada está presente de manera obsesiva en la cultura contemporánea.
Desde la publicidad en las calles de Tokio, pasando por las pintas en los trenes subterráneos de las ciudades europeas y terminando en las puertas de los estadios latinoamericanos, la figura que encierra y reúne ese todo indescriptible siempre está representado.

También puede decirse que el corazón es el centro. Está puesto para bombear sangre, para dejar que el flujo se expanda a todo nuestro cuerpo. Un infarto es algo a lo que difícilmente se sobrevive y aquellos afortunados de poder contar tal experiencia, pasan a llevar una vida moderada tanto de excesos como de emociones. “Solo tiene uno, cuídelo”, dicen los cardiólogos.

Lo interesante es que no existe una estadística que indique a qué edad comenzamos a mencionarlo menos. Sabemos que para los niños y para los adolescentes es una palabra que siempre está en su vocabulario metafórico; algo que gradualmente va perdiendo sentido en la edad adulta. De eso que no es lo mismo decir sentimentalmente corazón a los 15 años que mencionarlo técnicamente a los 50.

Uno puede llevarse la mano al tórax y sentir ese leve movimiento... Así comprobamos que todavía estamos vivos y que todavía podemos decirnos humanos.

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